


Más tarde en la noche cenando en un callejón próximo al hotel por primera vez en mi viaje escucho el llamado a la oración, allahu akbar, el narcotico adhan que proclama la grandeza de Dios y que suena en toda la ciudad.
Al día siguiente llega mi equipaje.





















Nunca he sido un buen fotógrafo de calle, siempre he tenido la sensación primitiva de robar algo con la imagen y me censuro irremediablemente a asaltar a mano armada de Kanon, es preferible en mi opinión el hurto, tomar sin que nadie se de cuenta, lo consigo un par de veces mientras sigo la ruta del tranvía y luego llego a un lugar de tregua, un cementerio que circunda al Gran Bazar, no parece un lugar santo así que las fotos salen una tras otra sin vergüenza, más adentro hay una construcción antigua de una sola planta, dentro de esta un bar repleto de turistas, un bar de narguile con puertas a un cementerio.




No hay comentarios:
Publicar un comentario